Los sucesos vitales
preceden y contribuyen a una variedad de trastornos psiquiátricos, entre ellos
la depresión. Pero el tipo de suceso vital no es lo más importante, pues la
etiología es multifactorial: el estrés interactúa con la personalidad, estilo
cognitivo, genética, apoyo social, mecanismos neuroquímicos…
No obstante los
investigadores han encontrado que:
-
hay mayor nº de
sucesos vitales estresantes en los 12 meses anteriores al comienzo de la
depresión que comparados con el grupo de control
-
la incidencia de
sucesos vitales durante el episodio depresivo influye en su curso, dificultando
la recuperación y provocan cronificación
-
el suceso vital
precipitador suele ser una pérdida, siendo relevante la categorización por
parte del sujeto como amenazante e indeseable
-
el estrés sería
un mero desencadenante de la depresión en personas predispuestas
(es un factor clave de vulnerabilidad para Beck)
¿Depresión o ansiedad?
Brown
y Harris proponen que la categorización de los sucesos vitales puede servir
para diferenciar entre ansiedad y depresión:
-
los sucesos
vitales evaluados como “pérdida” tienden a producir o facilitar un trastorno
depresivo
-
los evaluados
como “peligro” tienden a un trastorno de ansiedad
Se
ha observado que en los cuadros mixtos de depresión y ansiedad existe en los
pacientes ambos tipos de sucesos vitales: de pérdida y de peligro. Por tanto,
el tipo de suceso vital no es lo más importante, sino su evaluación (influido
por la personalidad, estilo cognitivo, etc.)
El estrés diario
Incluso los cambios
pequeños pueden ser estresantes, tanto cambios positivos como negativos. Son
molestias menos dramáticas que los sucesos vitales, pero pueden ser más
importantes que éstos en el proceso de adaptación y conservación de la salud
No son sucesos con una
aparición precisa sino que son constantes e insidiosos, experimentados a
veces de forma subconsciente y con un gran potencial patógeno (es más difícil
que el sujeto desarrolle estrategias de afrontamiento)
Se ha demostrado que el
estrés diario es mejor predictor del estrés y de los síntomas somáticos que los
sucesos vitales, dando lugar también una baja moral, y un funcionamiento social
y laboral deteriorado.
Influencia de la
depresión en el funcionamiento del sistema inmunológico
Los
sujetos depresivos presentan unos índices de inmuno-competencia
significativamente inferiores a los de sujetos sanos. Tienen disminuida la
actividad de las células asesinas naturales NK, que destruyen antígenos,
células infectadas por virus y células tumorales.
Este
decremento en inmuno-competencia también se traduce en una resistencia
disminuida a la enfermedad física.
Se
ha señalado la interrelación entre depresión y asma, evolución del SIDA, cáncer
y otras enfermedades infecciosas. Sin embargo, no se encontró que la depresión
fuera un factor de riesgo para la enfermedad coronaria.
Depresión y asma bronquial
Varios autores han señalado la interrelación entre la depresión y el
asma (Belloch, Perpiñá y Baños)
Las emociones son un factor precipitante de la enfermedad, siendo la
depresión la que tiene la prevalencia más alta (hasta el 50% de los asmáticos
presenta asma)
Se cree que en estos pacientes se estimula la vía
para-simpato-mimética a través del nervio vago, aumentando la
resistencia de las vías aéreas
Se ha comprobado también que el uso de antidepresivos mejora la
depresión y reduce el asma.
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