EPICURO: FELICIDAD Y SERENIDAD DEL ALMA
Nacido en Samos, se instala
en Atenas y funda su propia escuela, el Jardín, que a diferencia de la Academia
platónica o del Liceo aristotélico no era un centro de atracción intelectual o
de educación e investigación superior, sino una especie de retiro espiritual
donde se reunían unos amigos para buscar la felicidad cotidiana por medio de:
1- la convivencia según
ciertas normas
2- y la reflexión de acuerdo
con determinados principios.
Según
era tradicional en el helenismo esta filosofía constaba de tres partes: la
lógica (estudio del criterio o cánon), la física y la moral.
1.
LA CANÓNICA: CRITERIOS DE VERDAD
La canónica está muy ligada con la
física; frente a la lógica entendida como estudio formal de los tipos de
silogismo, de las normas del razonamiento deductivo, etc., enseña las bases
elementales del proceso mediante el cual se accede a lo real y se distingue
lo verdadero de lo falso. Al considerar el alma como un agregado de átomos diluido
por todo el cuerpo, Epicuro unifica y simplifica el mecanismo de la sensación y
del conocimiento; rechaza los dualismos «alma/cuerpo» y
«sensación/intelección», Epicuro distingue tres criterios de verdad: la
sensaciones, las afecciones y las preconcepciones.
A
estos tres criterios, los epicúreos añadieron un cuarto: la
proyecciones imaginativas del entendimiento
No hay criterios metafísicos o
apriorísticos que justifiquen el proceso de conocimiento. Epicuro resalta
continuamente la primacía de los sentidos como elemento psicológica,
genética y epistemológicamente imprescindible en el camino del conocimiento.
a) Entendidas como el testimonio inmediato de los sentidos
las sensaciones siempre son verdaderas: son el primer criterio de verdad y es
irrefutable; los restantes se fundamentan sobre ellas. La sensación es:
1-
una afección: algo pasivo que exige
la presencia del objeto que la produce
2-
es producto y garantía de la misma
estructura atómica de la realidad.
3-
es irrefutable por que nunca se le
puede oponer ni otra sensación homogénea (porque tendría el mismo valor), ni
otra sensación heterogénea (porque se referiría a otro objeto), ni la razón
(porque ésta depende de la sensación y no viceversa).
De los objetos se desprenden
las imágenes, constituidas por átomos sutilísimos, los cuales, formando
una especie de efluvio, alcanzan la sensibilidad del sujeto cognoscente. Los
sentidos recogen estas imágenes y surgen así los datos de los sentidos, que son
la materia de todo juicio mental superior.
Epicuro también acepta una segunda
clase de imágenes que no proceden de las emanaciones de objetos reales,
sino que se forman autónomamente por amontonamiento de átomos físicos. Estos
átomos no penetran por los órganos de los sentidos, sino por los poros del
cuerpo, llegando al lugar donde reside el pensamiento, siendo así percibidos
inmediatamente por nuestro espíritu
b) Las afecciones son las
respuestas inmediatas (de placer o de dolor) del sujeto ante las sensaciones;
no informan sobre la naturaleza del mundo exterior, sino que sugieren qué acciones
realizar y cuáles evitar. Constituyen un criterio en tanto que lo placentero
es verdadero y lo doloroso falso, pues lo primero es natural y lo segundo
antinatural.
Así
como las sensaciones constituyen el material de la vida intelectual, las
afecciones conforman el material con el que se edifica la vida moral (ética)
c) Las preconcepciones son una imagen
mental o un concepto general producido por el recuerdo de
impresiones sensibles repetidas de un de-terminado objeto. Se trata, por tanto,
de un producto de experiencias particulares anteriores, aunque luego sea previo
a otros actos de conocimiento. La preconcepción precede a modo de imagen o
molde mental a reconocimientos sucesivos. Constituyen la raíz de los juicios
que dan lugar a las opiniones, que pueden ser verdaderas o falsas (las
opiniones, no las preconcepciones, que son criterio de verdad, OJO).
El error o la falsedad surgen:
- al referir una preconcepción a una
apariencia sensible inadecuada
- o bien al emplear palabras que
significan una imagen que no se corresponde con el objeto actualmente
designado.
Por esto Epicuro recomienda prestar
gran atención al uso de las palabras, hay que confirmar que referimos la
preconcepción a la experiencia sensible adecuada y que utilizamos el lenguaje
correctamente.
d) Vayamos ahora por un
momento a los dos conceptos fundamentales de la física de Epicuro: átomos y
vacío. ¿Por cuál de los criterios llegamos a su conocimiento, pues no son ni
sensaciones, ni afecciones, ni preconcepciones? A resolver esta dificultad se
encamina el cuarto criterio introducido por los epicúreos: las proyecciones
imaginativas del entendimiento. La inteligencia puede «proyectar» la existencia
de algo no atestiguado por las sensaciones, como es la existencia de los átomos
y el vacío.
2.
LA FÍSICA: REINTERPRETACIÓN DEL ATOMISMO DESDE UNA PERSPECTIVA ÉTICA
La física de Epicuro es
esencialmente democriteana, si bien introduce algunas modificaciones con
el objeto de defender al atomismo de las críticas que había recibido (particularmente
aristotélicas)
Epicuro parte de que:
1- nada surge de lo no existente
2- y de que nada se destruye en el
no ser
3- concluir que el todo o la
realidad en su totalidad fue siempre y será siempre como es ahora.
El todo está formado por cuerpos (tal y como lo atestigua
la sensación) y por vacío
(cuya existencia se infiere por el hecho de que existe el movimiento), y es infinito,
pues si fuera finito tendría límites.
El Todo no puede tener
límites, pues entonces existiría el Todo y lo que lo limita, lo cual resulta
contradictorio. Si el Todo es infinito, también lo serán sus dos principios
constitutivos: átomos y vacío.
Los cuerpos, por su parte,
son compuestos por elementos que son indivisibles (porque de lo contrario podrían
dividirse infinitamente hasta disolverse en el no-ser) e inmutables (no
ad-miten cambios internos). Los cuerpos compuestos, por el contrario, se generan
(átomos que se unen) y se corrompen (átomos que se disgregan o se separan)
De acuerdo con Epicuro (y en
este punto comienza a separarse de Demócrito) los átomos tienen tres
características estructurales
a)
tamaño: Frente a Demócrito, que
admitía la infinidad de tamaños, Epicuro sostiene que los átomos tienen
distintas envergaduras, pero no infinitas, ya que ningún átomo puede llegar a
ser perceptible por los sentidos.
b)
Forma o figura: Para facilitar su
combinación y entrelazamiento en los sistemas atómicos que forman los cuerpos,
los átomos tienen distintas formas, en sentido cuantitativo, no cualitativo (pues
todos los átomos son de la misma naturaleza).
c)
Peso: los átomos tienen peso que les
impulsa a caer y a mover-se hacia abajo: por ello están en continuo movimiento;
incluso dentro de los mismos compuestos atómicos mantienen una especie de
vibración interior. La existencia del vacío es condición de posibilidad del
movimiento de los átomos, pues hay que presuponer un espacio que los acoge y
les permite reunirse y disgregarse.
Mientras que las cosas que percibimos tienen características
secundarias: color, olor, sabor...
EL
SURGIMIENTO DEL COSMOS: LIBERTAD Y NECESIDAD
A partir de estos elementos
estructurales Epicuro explica el nacimiento del cosmos como el resultado de
choque de átomos que hace que se origine una vorágine que en su día dio lugar
al mundo. Aunque los átomos caen hacia abajo en líneas verticales entrechocan
entre sí porque en su trayectoria se producen desviaciones espontáneas.
En todo este proceso no interviene
ni la divinidad ni la necesidad, no hay teleología, sino que el kosmos es producto de azar.
Epicuro estaba más preocupado por el
hombre que por la naturaleza: deseaba preservar una libertad que no cabía
dentro del rígido determinismo del atomismo antiguo. En este sentido, la teoría del parénclesis o
desviación espontánea de los átomos adquiere una importancia fundamental, pues
esta espontaneidad interna que se concede a los átomos se revela muy útil en la
defensa de la libertad de los individuos, los cuales, a fin de cuentas, no
dejan de ser un compuesto de átomos, que sin embargo puede de esta manera escapar
del rígido determinismo natural.
El atomismo de Epicuro se dirige a
ofrecer un fundamento a su ética
Esencialismo
e instrumentalismo. El problemas de las explicaciones múltiples
Esencialismo:
los científicos pueden establecer las verdad de las teorías más allá de toda
duda razonable, describen las esencias o las naturalezas esenciales de las
cosas, las realidades que están por detrás de las apariencias.
Instrumentalismo:
para él las teorías no son verdaderas o falsas, sino herramientas más o menos
útiles, adecuadas o inadecuadas por relación a los fines perseguidos.
En Epicuro ambas posiciones
se combinan de una forma sumamente peculiar.
En “La Carta a Pitocles” se
distinguen entre dos tipos de investigaciones: las que admiten un único tipo de
explicación (y que están referidas a los asuntos fundamentales, tales como los
átomos, el vacío, su relación, etc.) y las que permiten varias explicaciones
(las dedicadas a los fenómenos celestes)
En “la Carta a Heródoto” se distingue
entre una investigación especializada astrológica y una reflexión que no se
encamina hacia los fenómenos celestes en sí, sino hacia la naturaleza y causa
de estos fenómenos. La primera de estas investigaciones no contribuye a la
felicidad, sino que puede incluso aumentar la turbación. Para conseguir la
felicidad hay que centrarse en el segundo tipo de investigación, «más esencial
y fundamental».
Brevemente, las distinciones
de la Carta a Heródoto y las de la Carta a Pitocles se ensamblan del siguiente modo:
A) una investigación más esencial
= lo que es o sucede de un único modo = una única respuesta (perspectiva
esencialista)
B) investigación astrológica
más especializada = lo que se presenta de varios modos = explicaciones
múltiples (perspectiva instrumentalista).
Parece,
pues, que mientras que A tiene valor en sí mismo, B está orientado
exclusivamente a alcanzar la tranquilidad e imperturbabilidad del ánimo. El
asunto, sin embargo, no es tan sencillo, pues instrumentalismo y esencialismo
se combinan con el fin de alcanzar la felicidad.
Los fenómenos celestes se estudian para
alcanzar la ataraxia; no interesan en sí mismos y da igual que la explicación
ofrecida diga o no diga relación a la verdad, puesto que es un mero instrumento del que nos servimos
para alcanzar la tranquilidad del alma. Pero, por otra parte, también hay una
investigación esencialista, cuya su
tarea es establecer las condiciones que permiten una explicación natural de los
fenómenos, de la que a su vez depende la tranquilidad del alma. Más aún, si no
hubiera esta explicación más esencial, sobre los fenómenos naturales podrían
articularse las más extrañas hipótesis, lo que produciría la turbación más
absoluta, lo que Epicuro quería evitar.
3. ÉTICA. Los placeres
La ética de Epicuro es hedonista:
1) el placer es el fundamento de una vida feliz
2) la consecución del placer y la evitación de su contrario,
el dolor, guía elecciones y re-chazos;
3) que no hay otro objetivo transcendente
4) que la propia naturaleza de los seres animados fija este criterio básico de conducta.
Crítica
al hedonismos de lo cirenaicos
Los cirenaicos (ARISTIPO) defienden
un subjetivismo y un fenomenalismo radical. No podemos decir nada sobre las
cosas en sí mismas, pero hay algo de lo que sí podemos estar completamente
seguros, a saber, de cómo somos afectados por ellas. Si las sensaciones de
placer y dolor constituyen el único saber real, sólo ellas podrán ser pauta
para nuestro obrar y no obrar. Lo confirma el hecho de que los niños,
naturalmente, antes de ser maleados
por la cultura y la sociedad, buscan involuntariamente obtener placer y evitar
el dolor.
Aristipo distingue tres
estados: de placer (que es un movimiento suave), de dolor (un movi-miento
brusco) y neutro (serenidad). Aristipo da preeminencia a los placeres de los
sentidos, pues los placeres corporales son más fuertemente sentidos. Por otra
parte, placer es el placer presente, pues sólo él es nuestro; los
pasados han perecido y del futuro nada sabemos con seguridad: el recuerdo del
pasado y la espera del futuro aún no son placer.
Tampoco es placer la ausencia
de dolor: es propio de los muertos
De esta concepción del placer
como algo estrictamente individual y limitado temporalmente al presente se
sigue que todo placer es en sí un bien, sin importar la acción de donde
proceda, así como que la bondad y la maldad son relativas a su capacidad para
proporcionar placeres: no hay diferencia por naturaleza entre bien y mal, sino
debida a la tradición y a la costumbre. En medio de este hedonismo desenfrenado
irrumpe, sin embargo, un elemento socrático: La phrónesis realiza esta balance placer/dolor: hay que aferrarse al
presente y gozarlo, pero inteligentemente. La inteligencia para evitar toda
cosa dolorosa y para gozar de todo placer posible es la virtud del sabio.
Placeres cinéticos y catastemáticos
Frente a las tesis hedonistas
extremas, Epicuro admite los placeres:
-
en movimiento (cinéticos): no
acrecientan el disfrute, sólo lo colorean
-
en reposo (catastemáticos): el
máximo placer es no sentir dolor.
Como el máximo placer es no sentir dolor:
-
Se niega la posibilidad de un estado
intermedio, neutro, entre placer y dolor
-
así como la existencia de placeres
mixtos, mezcla de placer y de dolor
Entendido de esta manera el placer
es natural y eso determina que no sea ilimitado, como pretendían los cirenaicos;
la naturaleza ha fijado los límites naturales del placer, así como la facilidad
para alcanzarlo, pues es fácil recuperar el equilibrio físico y eliminar lo
negativo y lo superfluo.
Placeres
del cuerpo y del alma
Los placeres básicos son los de la
carne; Sin embargo, y de nuevo frente a lo cirenaicos, Epicuro considera
más graves lo dolores y mayores los placeres del alma que los del cuerpo:
1-
en primer lugar, porque el cuerpo
sólo goza y sufre en el presente, mientras que el alma sufre y goza en el
presente, el pasado y el futuro
2-
por lo que conviene cuidarse mucho
más de la disposición buena de la mente que de la del cuerpo
3-
Finalmente, la mente tiene un cierto
poder para contrarrestar el dolor físico.
Sin embargo, la coherencia
materialista y sensualista se resiente al afirmar la superioridad de los
placeres del alma. Y queda totalmente rota cuando Epicuro sostiene que esta
superio-ridad no es sólo cuantitativa, sino también cualitativa. Epicuro
privilegia los átomos que constituyen la parte racional del alma introduciéndose
subrepticiamente de este modo una diferencia cualitativa que atenta contra la
afirmación ontológica básica de que los átomos sólo se diferencian cuantitativamente.
El cálculo de los placeres y la
phrónesis
El hedonismo de Epicuro se presenta
atravesado por un elemento racional: la phrónesis,
virtud encargada de realizar el cálculo de los placeres, se convierte en punto
central de la ética epicúrea
conviene
determinar todas estas cosas con el cálculo y la consideración de las ventajas
y desventajas, pues nos servimos del bien, en algunas circunstancias, como de
un mal, y viceversa, del mal como de un bien
Los placeres pueden ser de tres
clases:
- no naturales: que producen mayores
dolores y cuya causa son las vanas opiniones. Coronas, estatuas...
- y naturales, que a su vez pueden
ser
- no necesarios,
cuya causa reside en la propia naturaleza de los seres vivos. Sólo colorean el
placer, sin eliminar el dolor (comida exquisita)
- o necesarios,
que son aquellos directamente relacionados con la conservación de la vida del
individuo, que tienen una urgencia inmediata y requieren satisfacción bajo pena
de dolor, pero que son fáciles de obtener. Beber si tienes sed.
El epicureismo se resuelve
finalmente en una renuncia a todo lo irracional o arriesgado. Enseña a saber
desprenderse de los deseos superfluos. La templanza y la moderación reducen los
deseos a un mínimo esencial sobre el que cabe un perfecto control al margen de
la fortuna.
Si
quieres hacer rico a Pitocles, no aumentes sus dineros, sino limita sus deseos
4.
LA SUPERACIÓN DE LOS TEMORES (4 TEMORES)
Epicuro reconoce que aún existen cuatro cosas que nos
atormentan:
1-
el tiempo que devora los placeres: una
duración finita o infinita no cambia la cualidad, pero ¿qué sucede desde un
punto de vista cuantitativo? La razón enseña que el limite del placer está en
la ausencia de dolor, comprende que no crece por encima de aquí y lo consolida
eliminando del ánimo todo cuanto pueda perturbarlo: los temores.
2-
el temor al dolor: Epicuro consuela
señalando su relatividad. Si es del cuerpo y no es grave, no sobrepasa la buena
disposición del ánimo; si es grave pasa pronto y si es gravísimo conduce a la
muerte que es insensibilidad. Los dolores del alma son producto del temor, de
las vanas opiniones y los errores. Su remedio reside en el estudio y la
reflexión sobre aquella filosofía que disipa el temor y las vanas opiniones, la
del mismo Epicuro.
3-
El temor a la muerte: Epicuro
argumenta que la muerte no es nada, pues todo bien y todo mal toman pie en la
sensación y la muerte es privación de los sentidos. La muerte no tiene
realidad, pues cuando existimos no está presente y cuando está presente no
existimos. Epicuro concluye que no nos atemoriza la muerte en sí misma, sino su
expectativa. Sin embargo, es necio quien dice que teme a la muerte: El sabio,
en cambio, ni rehusa la vida ni teme el no vivir. Porque no le abruma el vivir,
ni considera que sea algún mal el no vivir.
El deseo de eternidad es absurdo y no hay que temer los castigos de
ultratumba pues el alma es corporal y material y no sobrevive a la muerte
4-
El temor a los dioses nace de una
falsa opinión acerca de ellos. La felicidad de los dioses reside en lo mismo
que la de los hombres: en el placer entendido como ausencia de turbación en el
alma. Es absurdo pensar que las divinidades se molesten en gobernar el mundo o
en intervenir en los asuntos humanos.
La
plenitud e incorruptibilidad de un ser implica no sólo estar libre de preocupaciones,
sino el no causárselas a otro. Nada le dicen, pues, ni las iras ni las
benevolencias. Todo esto son cosas de débiles.
Para Epicuro la religión
astral no es más válida que la religión tradicional griega, pues inspira los
mismos temores. Las religión astral se cubría con el prestigio de la ciencia;
era sufi-ciente, entonces, con mostrar que esta ciencia era falsa, que los
pretendidos dioses-astros no tenían nada de divinos, ya que son una masa
aglomerada de fuego.
De
ahí que conviene admitir la opinión de que esa regularidad y ese movimiento
periódico se realizan de acuerdo con las implicaciones originarias de los
mismos compuestos orgánicos, desde el origen del universo.
5. Sobre la política: DE LA POLIS AL JARDÍN (Lucrecio)
En perfecta concordancia con
la perspectiva atomista de su física, en las reflexiones políticas de Epicuro
lo primordial son los elementos individuales y no hay una subordinación previa
del individuo (ni del átomo) a algún plan transcendente
Ni la sociedad ni las leyes
que la rigen son naturales, sino que tienen su origen un pacto social,
antes del cual los hombres vivían en un estado de salvajismo absoluto
Por miedo a la agresión mutua
los hombres «empezaron unirse en amistad, deseosos de no sufrir ni hacerse
mutuamente violencias»
Se derivan varias
consecuencias
-
En primer lugar, que el hombre no es
social por naturaleza, sino por conveniencia. Por tanto, la polis es una realidad artificial y
relativa
-
el sabio no acata las leyes de su
ciudad por deber o respeto, sino exclusivamente en función de la conveniencia
general.
-
El sabio epicúreo no desea
intervenir en política, pues ello supondría arriesgarse a perder la ataraxia y
a llenarse de dolor y turbación.
La reflexión política clásica
pretendía ir más allá de las simples propuestas morales, en la medida en que
señalaba que era imposible moralizar sin crear a la vez las instituciones adecuadas
para encauzar las propuestas morales.
En la quiebra histórica de la polis asi como en la inestabilidad de
las formas políticas que la sucedieron, Epicuro creyó encontrar una comprobación
histórica y real de la validez de las conclusiones individualistas y apolíticas
que se derivaban necesariamente de su física y de su ética. En esta situación,
el sabio epicúreo se retira al Jardín a vivir entre los amigos y a estudiar
filosofía.
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