Una religión revelada es aquella cuyas doctrinas se presentan como
comunicación directa de la divinidad a los hombres. Problema ¿cómo estar
seguros de que lo que se declara revelado es de genuina procedencia divina y no
producto del engaño de unos sujetos o de sus fantasías?
Respuesta del cristianismo: los milagros. Algo que transgrede las
leyes de la naturaleza está claramente más allá del poder de ejecución de los
hombres. A la persona que los realice habrá que considerarla como depositaria
de un poder que Dios le ha dado. Y si manifiesta que ese mismo Dios le ha
revelado determinada doctrina, hay que creerla.
Para HUME, un milagro es un suceso contrario a toda nuestra experiencia
pasada, y a la hora de valorar la credibilidad del testimonio que nos habla del
mismo, tenemos que tener en cuenta ese carácter improbable que posee.
¿Qué valor podemos otorgar al relato de los evangelios en lo que se
refiere a los milagros de Jesús? Hemos de considerar que se trata de una
narración escrita por personas sin ningún crédito ni reputación, y en donde se
nos presentan unos sucesos que violan completamente el curso regular de la
naturaleza. Además, estos milagros sucedieron en un apartado rincón del mundo
romano y entre personas incultas e ignorantes. ¿Quién había allí con
conocimientos suficientes para detectar un posible engaño?
Añadir que estos milagros pretenden servir de prueba de la revelación
de un único Dios verdadero y tienen en contra los milagros propios de otras
religiones.
La única alternativa legítima es pensar que sus evidencias se
destruyen mutuamente.
Otro argumento contra la credibilidad de cualquier milagro: el milagro
es una transgresión de una ley de la naturaleza, no se ajusta a nuestra
experiencia uniforme en el pasado. Si afirmamos que “el Sol sale todos los dias”
es una ley de la naturaleza, y nos informan que cierto dia en el pasado dejó de
salir y hubo una oscuridad total… ¿debemos pensar en una intervención de la
divinidad? También podemos pensar que se debe a una causa natural pero
desconocida
Es decir, un milagro implica que no puede explicarse por las leyes
actuales ni podrá explicarse por leyes que descubramos en el futuro.
Ante un milagro:
- no debemos pensar en proclamar una intervención divina
- sino cuestionar nuestros conocimientos científicos e iniciar nuevas
investigaciones.
Conclusión: nunca podemos convencernos de la realidad de un milagro.
(ideas tomadas de Hume y Gerardo López Sastre)
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