Séneca
El hombre agobiado de quehaceres en nada se ocupa menos que en vivir,
y eso que la ciencia de vivir es la más difícil. Maestros de las otras artes;
pero de vivir, se ha de aprender toda la vida y toda la vida se ha de aprender
a morir.
Es propio del varón más eminente no dejar que caiga en el vacío la más
pequeña partícula de tiempo; y por eso su vida es sumamente larga, por cuanto
dedicó toda su dimensión a su propio cuidado.
Aquel que hasta todo su tiempo en su personal utilidad, que dispone
como una vida compendiosa cada uno de sus días, ni desea ni teme el mañana ¿Qué
placer inédito puede reportarle una nueva hora? Todo es ya conocido
Por tanto, no has de decir que Fulano vivió mucho, porque tiene canas
o arrugas, sino que duró mucho
Marco Aurelio
El conjunto de todas las acciones, que constituyen la vida, caso de
cesar en el momento oportuno, ningún mal experimenta por el hecho de haber
cesado.
Así pues, el término de la vida para cada uno no es un mal, pues no
está sujeta a nuestra elección y no daña a la comunidad, y sí es un bien,
porque es oportuno al conjunto universal, ventajoso y adaptado a él.
La salvación de la vida consiste en practicar la justicia con toda el
alma y en decir la verdad. ¿Qué queda entonces sino disfrutar de la vida,
trabando una buena acción con otra, hasta el punto de no dejar entre ellas el mínimo
intervalo?
Spinoza
Un hombre libre en nada piensa menos que en la muerte, y su sabiduría
no es una meditación de la muerte, sino de la vida
Un hombre libre, que vive sólo según el dictamen de la razón, no se
deja llevar por el miedo a la muerte, sino que desea el bien directamente, esto
es, desea obrar, vivir o conservar su ser poniendo como fundamento la búsqueda
de su propia utilidad, y por ello, en nada piensa menos que en la muerte.
Schopenhauer
Nacimiento y muerte forman los dos extremos o polos de todas las
manifestaciones de la vida, y el amor es la compensación de la muerte.
Por eso los antiguos griegos y romanos adornaban los sarcófagos con
bajorrelieves figurando fiestas.
Exigir la inmortalidad del hombre en este mundo es querer perpetuar un
error, ya que si se le concediera una vida eterna, los estrechos límites de su
inteligencia le parecerían a la larga tan monótonos y le inspirarían un
disgusto y desprecio tal que para verse libre de ellos concluiría por preferir
la nada.
Para conducir al hombre a un estado mejor, no bastaría ponerle en un
mundo mejor, sino que sería preciso transformarle totalmente. Por tanto es
forzosamente necesario dejar de ser lo que es y esta previa condición la
realiza la muerte.
La conclusión de todas las actividades de esta vida es un gran alivio.
Esto tal vez nos explica la expresión de dulce serenidad que se manifiesta en
los rostros de gran parte de los muertos.
[...]
Cada uno de nosotros defiende su vida como si fuera un precioso depósito
de que tuviera que responder. Ignora el porqué, no conoce la recompensa; admite
a ojos cerrados y bajo palabra, que el premio tiene un gran valor, pero ignora
en qué consiste. Las marionetas no están movidas por hilos exteriores, sino por
un mecanismo interior, que es la voluntad de vivir.
El carácter absoluto y originario de la voluntad explica que el hombre
ame sobre todas las cosas una existencia llena de miserias, de tormentos, de
aburrimiento; por el contrario, nada teme tanto como ver llegar su término, que
es lo único de que puede estar seguro.
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