La
Felicidad… Sin duda deseable por cada uno de nosotros y sin embargo, tan
difícil de definir o incluso de lograr. ¿Por qué?
Es
evidente que se ha tenido una concepción diferente de la felicidad a lo largo
del tiempo, y a través de las diversas corrientes filosóficas, ideológicas o
religiosas, a saber:
-
Aristóteles: la felicidad es lo único que tiene valor por sí mismo, y
es el objetivo último a lo que se aspira. En este caso, tiene más importancia
la actividad mental (en concreto la racional) que la corporal
-
Hedonismo: el polo opuesto. La felicidad es el placer físico y la supresión
del dolor.
Y esto
son sólo dos versiones extremas, quedando entre medias infinitas posibilidades.
En la
actualidad, es bien sabida la fórmula mágica siguiente:
FELICIDAD
= SALUD + DINERO + AMOR
(en ese orden de prioridad)
¿Hasta
qué punto es cierto esto? Nos vienen a la mente famosas estrellas del mundo
televisivo o deporte que gozaban de buena salud, vivían desahogadamente y
contaban con una bella pareja a su lado, que sin embargo acabaron en estado
depresivo e incluso quitándose la vida. ¿Qué pudo fallar?
Viajemos
a alguna aldea perdida de África, con poblaciones diezmadas por la hambruna,
las plagas, las condiciones insalubres y una pobreza extrema. Si preguntamos a
sus habitantes, nos sorprendería la cantidad de sujetos que afirman “ser
felices”
Está
demostrado que, una vez cubiertas las necesidades elementales de alimento,
abrigo, hogar… tener más dinero no ayuda a ser más feliz. Puedo ser
igual de feliz con mi renta de 20.000 euros y mi casa de 50 metros cuadrados
que su tuviera una renta de 100.000 y una casa de 200 metros cuadrados. Hemos
dicho “una vez cubiertas las necesidades básicas”. Evidentemente, difícilmente
podrá ser feliz alguien que no disponga de dinero para alimentarse, vestirse o
protegerse de los elementos.
Por
tanto, podemos invalidar la fórmula anterior y seguir con la cuestión
En el
año 2006, en los Cursos de Verano de la UNED en Ávila, se impartió el interesante curso “La
constante búsqueda de la felicidad”. Si tuviéramos que resumir 5 días en apenas
una frase, podemos concluir que
FELICIDAD
= NO ES LA META, SINO EL CAMINO HASTA ELLA
Pensemos
en los siguientes ejemplos:
-
Un coleccionista de monedas, discos, fósiles (es indiferente el objeto
de colección) lleva meses tras una pieza que le falta para completar su
colección. Encuentra dicha pieza y su felicidad es plena mientras contacta con
el vendedor, negocia su precio, paga su importe y espera que le llegue su
ansiado objeto de deseo. Una vez llega la misma, la coloca al lado de las demás y se siente
feliz apenas unos minutos.
-
Un joven se fija en una bella muchacha. Le ronda durante días,
semanas, meses quizás… Pero una vez que la joven cede finalmente a sus “encantos” y le demuestra cierto interés, el
chico deja de prestarle atención.
-
Un exitoso empresario llega a lo más alto de su carrera. Tiene más
dinero del que podrá gastar nunca y más poder del que podrá administrar. Pero
siente que le falta algo. No es feliz
Visto
esto, no queda más que tener metas en mente listas para luchar por ellas una
vez logradas las anteriores. Consejos para ser feliz:
-
en la pareja, nunca dar por supuesto que una vez formalizada la
relación (noviazgo, matrimonio), hemos llegado al final. Consideremos cada día
y cada momento como una nueva oportunidad de conquistar a la pareja
-
en el ámbito laboral y económico, nunca poner como objetivo el lograr
cierto puesto o salario, pues puede que llegue el día que lo logremos, y
nuestra felicidad se vea comprometida. Aspirar a objetivos alternativos como el
reconocimiento, que pueden crecer casi sin limitación (mientrás que dinero o jerarquía son cuantificables y limitadas)
-
ponernos metas ambiciosas pero realistas, con múltiples sub-metas
que nos motiven según vayamos lográndolas.
La
felicidad no es la meta, sino el camino. Ya lo dijo R. L. Stevenson citando un
sabio adagio japonés: es mejor viajar lleno de esperanzas que llegar.
Creo que se logra la felicidad cuando actuamos, sentimos y pensamos en una misma direccion, es decir con acciones validas, coherentes, cuando existe unidad interna y no contradiccion.
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