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lunes, 31 de marzo de 2014

La felicidad (I)




La Felicidad… Sin duda deseable por cada uno de nosotros y sin embargo, tan difícil de definir o incluso de lograr. ¿Por qué?

Es evidente que se ha tenido una concepción diferente de la felicidad a lo largo del tiempo, y a través de las diversas corrientes filosóficas, ideológicas o religiosas, a saber:
-         Aristóteles: la felicidad es lo único que tiene valor por sí mismo, y es el objetivo último a lo que se aspira. En este caso, tiene más importancia la actividad mental (en concreto la racional) que la corporal
-         Hedonismo: el polo opuesto. La felicidad es el placer físico y la supresión del dolor.
Y esto son sólo dos versiones extremas, quedando entre medias infinitas posibilidades.

En la actualidad, es bien sabida la fórmula mágica siguiente:

FELICIDAD =   SALUD + DINERO +  AMOR 
 (en ese orden de prioridad)

¿Hasta qué punto es cierto esto? Nos vienen a la mente famosas estrellas del mundo televisivo o deporte que gozaban de buena salud, vivían desahogadamente y contaban con una bella pareja a su lado, que sin embargo acabaron en estado depresivo e incluso quitándose la vida. ¿Qué pudo fallar?

Viajemos a alguna aldea perdida de África, con poblaciones diezmadas por la hambruna, las plagas, las condiciones insalubres y una pobreza extrema. Si preguntamos a sus habitantes, nos sorprendería la cantidad de sujetos que afirman “ser felices”

Está demostrado que, una vez cubiertas las necesidades elementales de alimento, abrigo, hogar… tener más dinero no ayuda a ser más feliz. Puedo ser igual de feliz con mi renta de 20.000 euros y mi casa de 50 metros cuadrados que su tuviera una renta de 100.000 y una casa de 200 metros cuadrados. Hemos dicho “una vez cubiertas las necesidades básicas”. Evidentemente, difícilmente podrá ser feliz alguien que no disponga de dinero para alimentarse, vestirse o protegerse de los elementos.

Por tanto, podemos invalidar la fórmula anterior y seguir con la cuestión

En el año 2006, en los Cursos de Verano de la UNED en Ávila, se impartió el interesante curso “La constante búsqueda de la felicidad”. Si tuviéramos que resumir 5 días en apenas una frase, podemos concluir que

FELICIDAD = NO ES LA META, SINO EL CAMINO HASTA ELLA

Pensemos en los siguientes ejemplos:
-         Un coleccionista de monedas, discos, fósiles (es indiferente el objeto de colección) lleva meses tras una pieza que le falta para completar su colección. Encuentra dicha pieza y su felicidad es plena mientras contacta con el vendedor, negocia su precio, paga su importe y espera que le llegue su ansiado objeto de deseo. Una vez llega la misma, la coloca al lado de las demás y se siente feliz apenas unos minutos.
-         Un joven se fija en una bella muchacha. Le ronda durante días, semanas, meses quizás… Pero una vez que la joven cede finalmente a sus “encantos” y le demuestra cierto interés, el chico deja de prestarle atención.
-         Un exitoso empresario llega a lo más alto de su carrera. Tiene más dinero del que podrá gastar nunca y más poder del que podrá administrar. Pero siente que le falta algo. No es feliz

Visto esto, no queda más que tener metas en mente listas para luchar por ellas una vez logradas las anteriores. Consejos para ser feliz:
-         en la pareja, nunca dar por supuesto que una vez formalizada la relación (noviazgo, matrimonio), hemos llegado al final. Consideremos cada día y cada momento como una nueva oportunidad de conquistar a la pareja
-         en el ámbito laboral y económico, nunca poner como objetivo el lograr cierto puesto o salario, pues puede que llegue el día que lo logremos, y nuestra felicidad se vea comprometida. Aspirar a objetivos alternativos como el reconocimiento, que pueden crecer casi sin limitación (mientrás que dinero o jerarquía son cuantificables y limitadas)
-         ponernos metas ambiciosas pero realistas, con múltiples sub-metas que nos motiven según vayamos lográndolas.

La felicidad no es la meta, sino el camino. Ya lo dijo R. L. Stevenson citando un sabio adagio japonés: es mejor viajar lleno de esperanzas que llegar.